A través de diversas fuentes, tal vez confiables, tal vez no -el dilema de nuestro tiempo- he recibido información sobre los temores del advenimiento sin embates de la Inteligencia Artificial, aparentemente en reemplazo de la fuerza laboral y de muchas actividades comerciales y según esa información sobre el pensamiento humano.
Eso me ha llevado a considerar varias cosas, primero a entender que temer, es el comportamiento usual humano, frente a los cambios -rechazarlos, antagonizarlos la reacción exterior- y pues en áreas tan sensibles como lo es el empleo, el comercio, directamente ligados al miedo a la supervivencia, pues más. Desde la revolución Industrial y la irrupción del capitalismo, la máquina se ha percibido como una amenaza para el hombre, a los puestos de trabajo -en los que verídicamente ha sido reemplazado por la máquina- y a los que potencialmente puede seguir siendo reemplazado, además hoy en el mercado global se constituye como una amenaza a negocios y servicios. Hasta aquí, todo plano, todo físico, todo verificable.
Esta controversia, hoy tiene un nuevo matiz tal vez más relevante, piensan algunos que la inteligencia artificial es una amenaza al pensamiento humano.
La inteligencia artificial almacena más datos que el cerebro humano, es más rápida en análisis y contrastes de información, ejecuta las acciones con más celeridad, gestiona estadísticas de comportamiento y las evalúa, decide de manera veloz y asertiva y se retroalimenta y aprende a través todas esas acciones, se comunica mejor: pensar, analizar, comunicar, ejecutar. Dicho lo anterior, es un cerebro humano –en términos de lo que conocemos o estamos dispuestos a ver- más eficiente.
La preocupación es tal, que las escuelas de negocios, de psicología, las organizaciones internacionales de comercio y trabajo, tienen foros abiertos frente a cómo la humanidad lidiará tal desafío.
Pensar que la inteligencia artificial es más hábil que el cerebro humano es válido, desde el escaso conocimiento que tenemos de lo que es nuestro cerebro y sus potencialidades. Desde lo que se conoce es así, la escuela científica nos ha dicho como funciona nuestro cerebro y la teoría tecnológica nos informa de los hallazgos actuales de la inteligencia artificial y su potencial de desarrollo. El cerebro humano creó un cerebro artificial más potente de lo que conoce o admite conocer es el mismo.
Pero entonces, ¿crearon un sistema a imagen y semejanza de lo que conocen científicamente de su cerebro? Pero… ¿Acaso somos conscientes de la magnitud de lo que no conocemos de nuestro cerebro? ¿Es inmenso nuestro punto ciego sobre las funciones cerebrales, sobre su interacción con el entorno y saben qué? No se ve, o no lo vemos todos, o no lo vemos aún, como no tiene comprobación, pues la teoría científica no lo admite.
Nuestro cerebro es un canal de energías de dimensiones que conocemos, unas que conocemos y no aceptamos y otras que ni conocemos. Esto no es esoterismo, a lo largo de nuestra evolución hemos evolucionado en el reconocimiento, entendimiento y uso de las dimensiones físicas en las que nos rigen.
Dicho lo anterior, no es cierto que la inteligencia artificial nos rebase. Lo que es cierto es que no conocemos el poder creador de nuestro cerebro ni de nuestra energía. No lo conocemos nosotros, los occidentales apegados a la escuela científica del conocimiento, pero quienes tenían más claro todo eran las culturas antiguas, lo han tenido claro todos los creadores, artistas e inventores de la humanidad, que se aventuraban a pensar, imaginar, visualizar, creer y crear.
Otro punto de vista es… como diría mi hija de 8 años ¡¡¡Ay por favor!!! El ser humano, según creemos por hallazgos, ha estado en la tierra, 2.8 millones de años, según fuentes, ha sobrevivido todo, ha evolucionado y estoy yo acá escribiendo sobre un aparato llamado iPad, que inventó uno o varios humanos… Con eso que nos hace distintos a cualquier máquina… la imaginación, la idea, la creatividad, el discernimiento, el propósito, la misión como seres, eso y reconocer qué hay algo más grande que nosotros con lo que nos conectamos, Dios, universo, cosmos, consciencia colectiva o lo que quieran, más grande que cada individuo y que se vuelve todo.
Entonces, podemos ver el asunto como un reto para autodescubrirnos, reeducarnos, redefinir nuestro potencial y decirle a la maravillosa máquina de nuestra creación IA, primero que es una máquina, no un ser, segundo preguntarnos desde sus creadores, auspiciadores y usuarios para qué queremos a la inteligencia artificial, ¿en qué nos podría ayudar?, ¿debemos ponerle límites temporales?, de uso? ¿Afectará manera como se desenvuelve nuestro cerebro de tal manera que debemos dedicar nuestro cerebro a más altas cosas que ella no puede?, ¿Debemos reeducarnos? ¿Crear un nuevo modelo de educación? Que sigan las preguntas, único camino de obtener respuestas.
Por el otro lado, no olvidemos, que los datos percibidos ni por la inteligencia artificial ni por nosotros son objetivos, obedecen a patrones y creencias, ¿puede la inteligencia artificial superar sus propios paradigmas? Está claro que a los humanos nos cuesta -la humanidad ha asesinado por aferrarse a sus paradigmas de tiempo, modo y lugar. Solo lo ha logrado superar con procesos evolutivos humanos. Preguntas válidas.
Pero en esencia el mensaje es que nos sentimos amenazados porque desconocemos nuestra propia potencialidad de ser y crear y entonces frente a ello podemos:
1. Elegir, asustarnos, satanizar a la inteligencia artificial.
2. Ponerle a la inteligencia artificial límites, propósito y misión, descubrirle un para qué de beneficio para la humanidad, no para un negocio, o para el comercio, o fines antagónicos o supremacistas.
3. Lo principal, autodescubrirnos, desarrollar el verdadero potencial de creación del cerebro humano, del propósito del ser y existir.
Ese qué tenían más claros, los Egipcios, los Hindúes, los Budistas y los Griegos. Nuestros pensamientos moldean la realidad, aprendamos a pensar, a crear, a romper los límites de lo físico y saltemos a ello, las pruebas las encontraremos en el camino, nunca antes de saltar. El salto al mundo mágico de la creación. La zona mágica de total creación en la que eres creador de la realidad universal como siempre lo has sido, solo que ahora lo harás con la consciencia de lo que eres y puedes. Creamos la realidad que pensamos, es importante ahora que aprendamos a pensar, a crear y sobre todo que nos creamos nuestro poder, qué no es retado por la máquina que creamos, sino por el desconocimiento que tenemos de nosotros mismos.










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